15 de febrer 2007

Noooooo marica, ¿y vos qué?

La culpa es de la niña que llamó ayer. Yo estaba tan feliz viendo Le Mepris con el Tili cuando llegó la llamada y así me quedé tras colgar, feliz. Tras comentar un poco la película con la niña por teléfono, le conté de las nuevas de su mamá (se va ya) y me soltó el demoledor "Noooooo marica, ¿y vos qué?". Yo como siempre respondí que bien, que necesito mi tiempo para escribir, mi tranquilidad y mi espacio para el nirvana productor de ideas. Tan iluso, sólo los ignorantes serán capaces de alcanzar la felicidad eterna, y yo lo era. Me resbalaron un poco las palabras, pero justo esas, las más pegajosas, se me enredaron por la pelambrera que me dejo crecer a lo Aznar, para ser más patético. Hay que joderse.
Seguí hablando con Tili, de la vida, de la amistad, de la distancia: de la vida con los amigos en la distancia. Mi teoría es un poco Darwinista. Sólo sobrevivirán las amistades que de verdad merecen la pena vivir. Si hay comunicación, la amistad sobrevivirá a la distancia. Si no hay comunicación, sobrevivirá si la amistad es buena y renace a primera vista, o necesitará de un esfuerzo que se dará de forma natural, es decir sin esfuerzo. En el resto de casos el recuerdo siempre será mejor que la amistad a la que se hubiere llegado ¿Así que uno siempre gana? No, y aquí no tengo nada que añadir, tú ya sabes el precio.
El Tili se acostó y yo seguí leyendo mi libro sobre cuerdas, y mientras me abstraía en esas 11 dimensiones enroscadas y pequeñitas, aquellas 5 palabras trepaban por mi cuello buscando por donde meterse a la mente. Se hizo media noche, cerré el libro, Giuli no había llegado (menuda parrandera), andé con cuidado para no pisar la pata palo del Tili y me acosté dejando caer la cabeza sobre la almohada de la izquierda, no sobre la mía dura, sino sobre la blanda de plumas. Y ese fue mi error. Las 5 palabras se aprovecharon de mi horizontalidad para andar más deprisa y metérseme por el oído que las había ignorado horas antes, al volverme hacia mi almohada, la dura, les cerré la vuelta atrás y ahí se quedaron atrapadas en mi mente.
El resto fue fácil, el atravesar el tímpano no es problema para ellas, son palabras, lo hacen todos los días, bueno, y los huesecillos, para qué contarte. Se pasearon por mi cerebro, dejando ese aroma raro que el miedo disimula y que la pregunta encerraba. Y es que, las palabras, al ser creadas en la mente tienen más facilidad de dejar un rastro a su paso con su significado. Ese rumorcillo que dejaron a su paso, empezó a crear ideas sin sentido aparente. Al cabo de un tiempo, había tantas ideas dejadas atrás por las palabras, que al difundir y chocar, empezaron a tomar cuerpo de historia en mi mente dormida. Eso fue el preludio de un sueño. La imaginación, siempre ansiosa, tardó poco en atrapar ese preludio y darle forma. Así es como soñamos lo que intentamos evitar conscientes. En mi caso se tornó pesadilla.
Mi princesita se iba, me dejaba, me ignoraba: "me mamé de la maricada" decía. Yo observaba escondido, por no meterme en su vida, tras una persiana de madera medio rota . Y sólo oía a la niña decir mirándome de reojo "Noooooo marica, ¿y vos qué?".

2 comentaris:

Marieta ha dit...

Las distancias son abstractas...

Anònim ha dit...

no es cuches a la princesita mala de tus pesadillas, escucha la otra, la cachetonsita que lloraba mientras te besaba...esa sabe la verdad, toda la verdad!
MICV