05 de març 2019

olors

A costo
a oli i motor
a terra i taronger
a suor i brossa
a això ol el meu germà
A pols del camí
a tranquilitat i bon rotllo
a cançons del último
a alçar-se a migdia
o a les 6 a regar
A això ol el meu germà
a diumenges de motociclsime
a bronca i a la merda
o a les 6 ruixar
a dits grossos
a dits grocs
a monyo rull i grandessa
i una familia censera

06 d’octubre 2012

Leyendo esto desde un país donde la "revolución" se hace y deshace a plomo.



Culpables de ser pobres


 MILAGROS PÉREZ OLIVA, El PAIS, 5 OCT 2012

 Si es pobre, por algo será. Si le van mal las cosas, es que no se ha esforzado suficiente. Como una lluvia fina, el pensamiento que culpabiliza al pobre por ser pobre y al parado por no encontrar trabajo va calando en el discurso político. Es en realidad el reverso del ideario del liberalismo económico, que entroniza la figura del emprendedor como modelo social y sitúa la competitividad como motor de cualquier progreso. En fase de bonanza económica, especialmente si está basada en dinámicas especulativas, este ideario tiene una gran aceptación social porque siempre hay historias de éxito fulgurante que mostrar. Pero en tiempos de crisis, puede volverse fácilmente contra los pobres y los parados, a los que se presenta como sospechosos de holgazanería y culpables de haber malbaratado sus oportunidades. Aunque pocas veces se expresa abiertamente, el desprecio por quienes necesitan ayudas públicas acaba aflorando. A veces de forma inoportuna, como le ha ocurrido al candidato republicano Mitt Romney. Sugerir que casi la mitad de los norteamericanos son parásitos sociales ha arruinado su carrera a la presidencia de Estados Unidos. Otras, de forma estridente, como cuando la diputada Andrea Fabra lanzó en el Congreso de los Diputados aquel burdo “que se jodan” en el momento en que se debatía recortar prestaciones a los parados. Y a veces sibilinamente, como cuando el diputado Josep Antoni Duran i Lleida afirmó que mientras los payeses catalanes lo pasan mal, en otras partes de España “hay campesinos que pueden quedarse en el bar de la plaza y continúan cobrando”. Estas palabras no son inocentes. “El relato que se hace de lo que ocurre es determinante porque contribuye a construir el marco conceptual que servirá de referencia a la hora de valorar lo que ocurre”, explica Montserrat Ribas, profesora de la Universidad Pompeu Fabra y coordinadora del grupo de investigación sobre Estudios del Discurso. Si en ese relato se introduce la idea de que los parados y los pobres son parásitos, es presumible que cuando se decidan recortes en las prestaciones, estos no encuentren resistencia entre quienes no sufren esa situación. La crisis se presenta como catástrofe pero también puede verse como estafa. El sociolingüista George Lakoff, autor del libro No pienses en un elefante, ha definido el papel de estos marcos conceptuales en la conformación de la opinión pública. Cuando la ideología conservadora, afirma Lakoff, utiliza por ejemplo la expresión “hay que aliviar la carga impositiva”, el marco conceptual en el que se inscribe implica una visión de los impuestos como algo que aprieta, que oprime a la sociedad. Del mismo modo, cuando Mitt Romney se refiere a “ese 47% de la población norteamericana que no paga impuestos y depende de las Ayudas del Estado”, que se siente “víctima” y se “cree con derecho a recibir atención médica, comida o vivienda”, está diciendo que ni es víctima ni tiene derecho a esas ayudas. Esa idea forma parte de un marco ideológico según el cual, cada uno ha de espabilarse y si alguien es pobre o fracasa, es por su culpa. Algo habrá hecho mal. En este marco conceptual, los poderes se sienten legitimados para abandonar a su suerte a los desfavorecidos. Todo discurso político tiene un marco conceptual de referencia. También el de la crisis. Montserrat Ribas ha observado que el relato que se hace de la crisis está orientado a neutralizar cualquier resistencia a las medidas que se aplican. “El relato hegemónico presenta la crisis como una catástrofe natural, que ha ocurrido por una serie de fuerzas que no podemos controlar y que tiene consecuencias graves para todos. Como en las catástrofes, hay que resignarse, aceptar los sacrificios y colaborar para salir de ella”. Con este enfoque, la crisis no tiene responsables, ni se considera importante determinar cómo se reparten sus cargas. Una vez instaurado este discurso, quienes cuestionan las políticas de ajuste y se resisten a los sacrificios son malos ciudadanos, como sugirió Rajoy en Nueva York al ensalzar “a la mayoría de españoles que no se manifiesta, que no sale en las portadas de prensa”, en referencia a las protestas de la plaza de Neptuno de Madrid. Corremos el riesgo de pasar del Estado de bienestar al de beneficencia Montserrat Ribas invita a imaginar qué ocurriría si en lugar del “relato de la catástrofe” se impusiera “el relato de la estafa”. Estaríamos buscando a los responsables de lo ocurrido, les estaríamos exigiendo responsabilidades políticas y penales, y exigiríamos cambios radicales en la regulación del sistema financiero para evitar que vuelva a repetirse. “En este relato, el papel del ciudadano es totalmente diferente. No es de pasividad y resignación, sino de exigencia y reforma”, señala. Y aún hay un tercer relato posible: el de la crisis como “golpe de Estado del capitalismo”. En este relato, la recesión es utilizada para limitar la democracia e imponer un sistema autoritario que permita someter a toda la población a los dictados del poder económico, en beneficio de este. De momento, el relato de la crisis como estafa pugna por abrirse paso desde la plaza de Neptuno de Madrid y desde los foros sociales abiertos al calor del movimiento del 15-M. Pero en el discurso oficial el que predomina es el de la crisis como catástrofe. La culpabilización de las víctimas aparece, en este contexto, como un mecanismo de legitimación de los recortes sociales. En la presentación del plan Prepara, la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, insistió en que se iban a aplicar medidas contra los parados que no quisieran aceptar un trabajo, como si los parados españoles recibieran muchas ofertas de empleo. Báñez justificó los nuevos criterios de concesión de la ayuda de 430 euros en la necesidad de hacerla más equitativa y evitar abusos. Para justificarlo, declaró sentirse “insultada” al saber que había “hogares que ingresan 8.000 euros, en los que un niñato recibe una paga de 400 por no hacer nada”. De entrada, hogares en los que entran 8.000 euros al mes no hay tantos como para ponerlos como paradigma, pero lo que en realidad la ministra encubría con esta retórica era un drástico recorte en las ayudas, que a partir de ahora solo podrán cobrar quienes estén prácticamente al borde de la indigencia. Hay un relato que utiliza la recesión para imponer una salida autoritaria La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría anunció también que los parados que reciben una prestación podrán ser requeridos para realizar trabajos comunitarios, como limpiar bosques, y que si se niegan, se les podrá retirar el subsidio. “En realidad, anunciaba algo que ya existe. Los trabajos de colaboración social están regulados desde 1994. Entre 4.000 y 6.000 parados realizan este tipo de colaboraciones y si no hay más es porque las Administraciones deben aportar la diferencia hasta el salario mínimo interprofesional, y no tienen dinero”, explica Paloma López, secretaria de Empleo de CC OO. “Es curioso que cuando la pobreza ha escalado dos puntos en un año y hay 1.737.000 hogares en los que todos sus miembros están en el paro, se insista tanto en la idea de que los desempleados no hacen suficiente esfuerzo para poder trabajar”, añade. “Con este discurso, las víctimas de la crisis se encuentran doblemente penalizadas: además de perder su empleo, son sospechosos de querer vivir a costa de los demás”. Ignasi Carreras, director del Instituto de Innovación Social de Esade, subraya que la crisis ha aumentado la pobreza, pero muchos de los actuales pobres ya estaban en situación de exclusión social antes de que estallara. En la fase de máximo crecimiento España seguía teniendo un paro estructural del 8%. “En 2007, el 18% de la población se encontraba bajo el umbral de la pobreza. Ahora ese porcentaje es del 22% y lo que ha ocurrido es que quienes ya eran pobres, están mucho peor”. Durante la crisis han aumentado las diferencias sociales. “En 2007, la diferencia del PIB per cápita medio del 20% de los más ricos era 5,3 veces mayor que el del 20% más pobre; ahora es 6,9 veces mayor”, señala Carreras. Hay pues más pobres que además están peor y tienen menos posibilidades de salir del agujero. Porque justo cuando más se necesitan, la crisis está erosionando también las políticas de inserción social. Así lo confirma Nacho Sequeira, director de la Fundación Exit, una entidad creada en Barcelona para facilitar la inserción laboral de jóvenes de 16 a 21 años con un perfil de fracaso escolar. “Los alumnos con mayores dificultades pueden salir adelante si tienen un acompañamiento adecuado. Pero en un momento en que hay índices de paro tan alto, las empresas demandan un tipo de trabajador que coincide con el perfil considerado de éxito. Los jóvenes menos formados o que necesitan un proceso de preparación más largo, tienen ahora menos posibilidades”, señala. “Se está desmontando el discurso de la promoción social”, corrobora Isidro Rodríguez, director de la Fundación Secretariado Gitano. “Ver que hay gente de clase media que tiene que acudir a Cáritas o a los comedores sociales causa mucha alarma. Todo el mundo teme encontrarse en esa situación y acepta con naturalidad que se destinen los recursos a los casos extremos. Se está instaurando un discurso de la urgencia en el que, como todo está muy mal y hay que atender lo más urgente, los programas de inserción social quedan relegados”. El discurso culpabilizador genera angustia e insolidaridad La consecuencia es bastante previsible: quienes están en esos programas pasarán a engrosar en poco tiempo las listas de quienes tienen necesidades perentorias y han de acudir a Cáritas. “La crisis puede suponer una marcha atrás de varias décadas en las políticas de inserción social”, advierte Isidro Rodríguez. Esas políticas no solo son necesarias, también son económicamente rentables. Cuando en Francia se produjo la crisis de los campamentos gitanos, toda Europa miró hacia España. En los últimos 30 años, las condiciones de vida de los gitanos españoles han mejorado de forma espectacular. “El éxito se debe a dos factores: nuestro tardío Estado de bienestar ha sido inclusivo con los gitanos; han podido beneficiarse de políticas de acceso a la vivienda, la educación y la salud. Pero además se han aplicado programas específicos de acompañamiento educativo, de realojamiento o de integración en el mercado laboral”, señala Isidro Rodríguez. El resultado es que ahora todos los niños gitanos acaban al menos la enseñanza primaria, y el objetivo ahora es que también terminen la secundaria. Y si en 1978, el 75% de las familias gitanas estaban instaladas en infraviviendas, en 2007 ese porcentaje se había reducido al 12%. Y las que viven en chabolas, hasta el 4%. Estas cifras muestran que la inserción es posible. Que ir al colegio y vivir en barrios normalizados abre oportunidades y no solo ellos, sino todo el país sale beneficiado. Los programas de acompañamiento permiten que el horizonte de un joven gitano no sea ya la chatarra o el mercado ambulante. Pero el presupuesto de la fundación Secretariado Gitano para 2013, de 17 millones de euros, es un 20% inferior al de este año y se mantiene gracias a que el 60% de sus fondos proceden de la Unión Europea. “Se está aprovechando la crisis para deslegitimar este tipo de programas”, dice su director. Pero la pobreza no solo se nutre de colectivos en riesgo de exclusión. Hay también nuevos perfiles de pobres que viven su situación de precariedad con una gran angustia pues son personas preparadas que forjaron sus expectativas en los años de bonanza. ¿Quiénes son esos nuevos pobres? Son aquellos para los que el ascensor social, en lugar de subir, está bajando. El discurso oficial no los trata como tales, pero Montserrat Ribas señala dos ejemplos: “Esos jóvenes profesores asociados de la universidad que se han quedado sin trabajo por los recortes, o aquellos que se han quedado cobrando 500 euros al mes. También podría incluirse a muchos de los investigadores que trabajan en una plaza Ramón y Cajal”. Estamos hablando de jóvenes científicos que han hecho una tesis doctoral en el extranjero y hacen investigación de primera línea. No es que fueran unos potentados de la ciencia, pero si a un sueldo de 1.100 euros al mes se le recorta el 25%, lo que queda fácilmente cae por debajo de los índices de pobreza. Estos talentos empobrecidos ven con estupor que no hay dinero para la investigación, pero sí lo hay para rescatar a la banca. Se ha repetido que para triunfar en la vida se ha de ser emprendedor, estar muy preparado y ser competitivo. Pero, como apunta Ignasi Carreras, no todo el mundo tiene un perfil emprendedor, no todo el mundo ha de hacer un negocio y por muy activo que alguien sea, si cierran las empresas y se destruye empleo, es muy difícil encontrar trabajo. En este contexto, la idea de que solo los mejores saldrán adelante y de que quienes quedan relegados es porque no valen o no se esfuerzan está teniendo efectos psicológicos devastadores en los muchos jóvenes que se estrellan una y otra vez contra la realidad de un mercado laboral en caída libre. El mismo marco conceptual que permite culpabilizar a los pobres y a los parados es el que opera en los países del norte contra los del sur. El discurso culpabilizador genera angustia, pero también insolidaridad. Y abre la puerta a una nueva ignominia: la competencia feroz entre los mismos pobres por los escasos recursos disponibles. “No quiero ser apocalíptico, pero lo peor que nos puede ocurrir es que después de la crisis económica venga la crisis social”, afirma Isidro Rodríguez. “Los países que mejor resisten la crisis son aquellos que tienen un Estado de bienestar más sólido y una sociedad civil fuerte y cohesionada. No podemos pasar del Estado de bienestar al Estado de beneficencia”, concluye Carreras.

09 de gener 2012

Pissi pissi ganya
oli de la ganya
filla mandonguera
grana'm esta casa
mare que no puc
que tinc la mà cordada
qui té la cordada
el fill del rei,
que parla castelló
i posa el peu dins del caixó.

15 de setembre 2010

"Fábula de los 3 hermanos" de Silvio

De tres hermanos el más grande se fue

Por la vereda a descubrir y a fundar

Y para nunca equivocarse o errar

Iba despierto y bien atento a cuanto iba a pisar

De tanto en esta posición caminar

Ya nunca el cuello se le enderezó

Y anduvo esclavo ya de la precaución

Y se hizo viejo, queriendo ir lejos, con su corta visión

Ojo que no mira más allá no ayuda el pie

Óyeme esto y dime, dime lo que piensas tú

De tres hermanos el de en medio se fue

Por la vereda a descubrir y a fundar

Y para nunca equivocarse o errar

Iba despierto y bien atento al horizonte igual

Pero este chico listo no podía ver

La piedra, el hoyo que vencía a su pie

Y revolcado siempre se la pasó

Y se hizo viejo, queriendo ir lejos, a donde no llegó

Ojo que no mira más acá tampoco fue

Óyeme esto y dime, dime lo que piensas tú

De tres hermanos el pequeño partió

Por la vereda a descubrir y a fundar

Y para nunca equivocarse o errar

Una pupila llevaba arriba y la otra en el andar

Y caminó, vereda adentro, el que más

Ojo en camino y ojo en lo por venir

Y cuando vino el tiempo de resumir

Ya su mirada estaba extraviada entre el estar y el ir

Ojo puesto en todo ya ni sabe lo que ve

Óyeme esto y dime, dime lo que piensas tú

18 d’agost 2010

Por Pere Estipunya:
Prácticas de química: De la hoja de coca a la cocaína
Las hojas que tengo en mis manos son de la planta de coca.
Si como hacen algunos poblados indígenas las secas y metes en tu boca junto con una bola de fragmentos calcáreos de caracola de mar quemada y triturada, poco a poco irás extrayendo e incorporando a tu organismo un alcaloide llamado cocaína que eliminará tu sensación de hambre, sed, cansancio, dolores, y te mantendrá estimulado durante todo el día.
Pero también puedes recordar las clases de química de productos naturales (disciplina que busca identificar y extraer de la naturaleza sustancias con aplicaciones industriales, agroalimentarias, farmacológicas…) y llevar a cabo un proceso de extracción química ligeramente más elaborado:
Recolectas 100 Kg de hojas de coca (necesitarás unas 6000 plantas) y te pasas media hora triturándolas.
Luego añades 100 Kg de cal (óxido de calcio) y 200 Kg de sal común, y vas pisoteándolas durante una hora para ir rompiendo las paredes de las células vegetales y dejar libres las moléculas de cocaína.
Tu objetivo químico entonces será separar dichas moléculas de todo el resto de componentes en esos grumos sucios de color verde oscuro. En química existen gran cantidad de técnicas de separación, pero una de las más utilizadas – especialmente en los laboratorios de productos naturales- es jugar con la polaridad de las moléculas y su afinidad relativa en ciertos solventes: ir añadiendo diferentes tipos de líquidos que disuelven unas sustancias y no otras, y quedándote en cada caso la fracción que te interese.
Por ejemplo, disolventes orgánicos como la gasolina lo disuelven casi todo: introduces tu mezcla de hojas de coca, cal y sal en un bidón con 120 litros de gasolina, lo remueves durante dos horas, lo filtras, y ya puedes tirar los restos sólidos a la basura. Los componentes de la futura pasta de coca -junto con muchas otras sustancias- se habrán quedado en la fase líquida.
Pero tú no quieres la gasolina para nada. Le añades 10 litros de agua con 50 miligramos de ácido sulfúrico concentrado, remueves enérgicamente durante 10 minutos para que todas las moléculas de la mezcla entren en contacto entre sí, y lo dejas reposar hasta que la fase acuosa y orgánica se separen debido a su diferente densidad. Estás haciendo una clásica decantación líquido-líquido.
Conoces la polaridad de las moléculas de cocaína, y sabes que son mucho más afines a la mayor polaridad de la pequeña fase acuosa que queda en el fondo del recipiente. Coges un tubito, sitúas un extremo en el fondo, y succionas para traspasar a otro recipiente la mezcla transparente de agua, ácido, pasta de coca, sales, y todavía muchas otras sustancias. Eso hay que limpiarlo.
Para ello vas añadiendo poco a poco 1 kg de permanganato potásico. Este compuesto neutralizará los restos de gasolina, cal y sal, y hará que se formen unos grumos sólidos de color marrón oscuro.
Los filtrarás, y te quedarás de nuevo con el líquido transparente que irá goteando dentro de otro recipiente.
Allí es donde se encuentra la mayor parte del alcaloide, disuelto gracias a que el pH es todavía considerablemente ácido.
Entonces vuelves a jugar con las polaridades de las moléculas y su solubilidad: Vas añadiendo poco a poco sosa cáustica para ir neutralizando la acidez de la mezcla y disminuir su polaridad, hasta que una sustancia blanquecina empiece a precipitar.
La filtras. Esa pasta contiene un 90% de cocaína.
Si coges un poquito con el dedo y te la colocas sobre las encías, se anestesiará la zona dejando la misma sensación extraña que cuando el dentista te duerme un área de tu boca.
Lo dejarás secar, y si el proceso ha funcionado correctamente tendrás 1 Kg de pasta de coca lista para ser vendida a narcotraficantes. A ellos sólo les quedará el paso de añadir acetona para limpiar las impurezas de químicos y dejar la cocaína en un estado de polvo ya preparado para su adulteración y posterior uso.

04 de juny 2010

A Colombia en elecciones

"Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel intelectual a la capacidad receptiva del menos inteligente de los individuos a quienes se desea vaya dirigida.
De esta suerte es menester que la elevación mental sea tanto menor cuanto más grande la muchedumbre que deba conquistar.
La capacidad receptiva de las multitudes es limitada y su comprensión escasa; por otra parte, tienen ellas una gran facilidad para el olvido.
Así las cosas, fuerza será que toda propaganda, para que sea eficaz, se limite a muy pocos puntos, presentándolos en forma de gritos de combate hasta que el último hombre haya interpretado en significado de cada uno" Hitler, 1925
Lo injustifacable sólo es soportado por una sociedad cegada por el temor. Bien alimentado, el temor se encauza sutilmente para que sirva de alimento diario. Y crece una sociedad alimentada de mentiras a medias y verdades a medias confundiendo el paraíso con el infierno, quedando prisioneros de lo que la lógica repudia.